En la medicina natural, el apio se considera como un buen hipotensor, uso del cual existen registros desde tiempos antiguos en la medicina oriental y mediterránea. Se utilizó entre los griegos y los romanos como un calmante y aún hoy se le atribuyen dichas propiedades.

Se ha señalado que mejora la circulación y disminuye el colesterol. También se han ensalzado sus propiedades depurativas y diuréticas, y se afirma que combate la elevación del ácido úrico, por lo cual se recomienda para combatir problemas como artritis y cuadros gotosos. Se considera que es alcalinizante y remineralizante.

Contribuye a facilitar la digestión, abre el apetito, combate el estreñimiento y disminuye la formación de gases intestinales. Se ha utilizado para tratar gastritis y padecimientos hepáticos. También se le ha utilizado machacado, en cataplasmas, para tratar picaduras de insectos y otros problemas de piel como pequeñas heridas o raspones.

Ya sea en infusión como en crudo, en ensaladas o licuado en zumos, es una planta con propiedades diuréticas y antioxidantes y depurativas, ideal como regulador intestinal, digestivo y antibacteriano, así como indicado en problemas de hipertensión, reumatismo y gota, e incluso ayudando a reducir el colesterol.

Por su bajo contenido de calorías y sus efectos diuréticos se ha recomendado recientemente en dietas de adelgazamiento.